lunes, 22 de noviembre de 2010

...Y José Mari se llevó el balón a sus vitrinas





José Mari, acompañado del jefe de Prensa del club y del responsable de Seguridad, camino de vestuarios con el balón del partidos tras su hat trick. · Autor: Corrales
Con José Mari Romero Poyón como artista estelar, el Xerez bordó la función, sobre todo tras el intermedio, y se fundió en un abrazo con su gente un mes después.José Mari, un tío que ya lleva recorridos escenarios de medios mundos y que ha sido estrella en coliseos tan importantes como el San Siro, el Manzanares,. el Benito Villamarín, el Sánchez Pizjuán o, incluso, El Madrigal villarrealense, sonreía con la felicidad dibujada en su cara cuando se fotografiaba con el balón en la bocana del túnel de vestuarios.


Se echaba el telón de esta manera, con el personaje estelar de la matinal dirigiéndose, balón en manos, en loor de multitudes hacia ese camerino tan íntimo que en el fútbol se llama vestuario.La gente en pie, satisfacción en la cara y con las palmas de la manos rotas de tanto aplaudir, despedían a los actores principales de un comedia en clave de fútbol que había sido bordada sobre todo en la segunda parte bajo la dirección, entre bambalinas, de Francisco Javier López, Javi López para los carteles. Un director de escena que llevaba una temporada si no mala, al menos discutida. Se le había cuestionado el elenco, la forma de trabajar el mismo sobre el escenario verde e, incluso, antes de que el telón se levantase se oían comentarios de que se le podía sacar más partido al plantel de actores.


Cuando el telón bajó al filo de las 14 horas, nadie se acordaba ya de anteriores funciones, ya que en la retina se mantenía la obra escenificada en unos cuarenta y cinco que han sido de los mejores vistos hasta ahora, aunque la versión del Benito Villamarín también dejó un buen poso, pese que al final algunos errores puntuales, agraviados con los del director musical, encargado del pito por más señas, lo echaron a perder.No había estado mal la función en los primeros cuarenta y cinco minutos. Los que vestían de azul se mostraban sobrios sobre las tablas. Unas tablas, por cierto, que aún hay que ir arreglando porque no están como debiesen, pero todo se andará. Bien engarzados en la parte de atrás, sabían llegar a la parte principal, aquella donde se ganan los puntos y el favor del público, pero el invitado de turno, el balón, no quería entrar. Los que lucían los colores blanquivioletas estaban atemorizados, apenas si inquietaban al portal contrario y, encima, sufrían mucho cuando los Pablo Redondo, los Díaz o los José Mari acechaban el portal de un Jacobo nada afortunado.


Baraja pudo marcar en el minuto tres en su propio portal en un despeje tras acción combinativa de Óscar Díaz, personaje también de primerísimo plano, y el estelar José Mari. Barragán -hay que seguir anotando cosas en contra de las actuaciones de los músicos piteros- cometía penalti al despejar con el brazo un balón sobre la cal de puerta, pero no se señalaba; Lombán quiso imitar a Piqué y su lanzamiento se fue alto; Óscar Díaz remató de cabeza sobre la mala salida de Jacobo, y el propio Óscar Díaz remató flojo a las manos del cancerbero vallisoletano. La función estaba siendo buena, pero no perfecta. La perfección llegaría en la segunda parte. Óscar Díaz asistió a José Mari, en el 55, y gol. Se abría la segunda parte a lo grande. Los actores azules se esforzaban en hacerlo mejor y los de que llegaban de Castilla y León se perdían del escenario total y absolutamente. Salió Antoñito, artista porque su madre así lo parió, y aquello iba para obra grande. Como la escena en la que Óscar Díaz vio la entrada por la zurda de José Mari, el centro de éste y el cabezazo de Pablo Redondo. 2-0. Y Pablo que pudo hacer el tercero y otra oportunidad más y un gol anulado, sin razón, a José Mari y los que dirigía, ayer desde la grada, Antonio Gómez que no aparecían.


El elenco norteño es de los caros, pero el sureño era el que enloquecía a las 10.007 personas que estaban en las gradas del teatro de los sueños de Chapín. Córner y otro golazo de José Mari y , como colofón, otra jugada genial del ataque y otro gol, el tercero de su cuenta particular, de José Mari. Mañana redonda, función colosal, sobre todo tras el intermedio, de un Xerez que volvió a ser grande.


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